Integrar las tecnologías informáticas en las escuelas: un proceso de más de veinte
años
La integración de las tecnologías informáticas a los centros y aulas es un proceso que, con
mayor o menor fortuna y con desigual ritmo, ha ido desarrollándose en las últimas
décadas en todos los sistemas escolares de los países más avanzados. Las razones y
justificaciones esgrimidas para incorporar las nuevas tecnologías a las prácticas educativas
de los centros y aulas han sido explicadas en numerosas obras y estudios tanto nacionales
como internacionales y son sobradamente conocidas: adecuación del sistema escolar a las
características de la sociedad de la información; preparación de los niños y jóvenes ante
las nuevas formas culturales digitales; incremento y mejora de la calidad de los procesos
de enseñanza; innovación de los métodos y materiales didácticos, entre otros.
La institución escolar siempre ha sido resistente en la incorporación de medios y
materiales no impresos (Area, 1996). Los materiales de naturaleza impresa (libros, fichas,
enciclopedias, carteles, ...) son mayoritarios y hegemónicos en casi todas las acciones
educativas que desarrolla el profesorado y el alumnado. Los intentos de integrar los
medios audiovisuales (Cabero, 1998) emprendidos en las décadas de los años setenta y
ochenta fueron, en líneas generales, poco fructíferos y apenas se generalizaron más allá de
colectivos docentes comprometidos con la renovación pedagógica y entusiasmados con la
cultura audiovisual. En este sentido, L. Cuban (1986), en su conocida obra Teachers and
Machines en la que analizó la historia y evolución de la tecnología en la enseñanza a lo
largo del siglo XX, identificó que existe un patrón o modelo que reiteradamente se repite
cuando se pretende incorporar a la enseñanza un medio o tecnología novedosa. Sucedió
con la aparición de la radio, el cine, los proyectores de diapositivas, la televisión, el vídeo,
y en estos último tiempos, con el ordenador. En pocas palabras este patrón consiste en
que el nuevo medio crea altas expectativas de que el mismo innovará los procesos de
enseñanza-aprendizaje, posteriormente se aplica a las escuelas, y cuando se normaliza su
utilización, se descubre que su impacto no ha sido tan exitoso como se esperaba
achacándose a causas diversas: falta de medios suficientes, burocracia administrativa,
insuficiente preparación del profesorado, etc. En consecuencia, los docentes siguen
manteniendo sus rutinas tradicionales apoyadas, básicamente, en las tecnologías impresas.
De modo similar, Resneir (2001) en un reciente trabajo en el que ha analizado la
evolución histórica de los medios y tecnologías en el contexto escolar norteamericano
concluye de modo similar indicando que "cuando un nuevo medio entra en la escena
educativa existe un gran interés y mucho entusiasmo sobre sus efectos en la enseñanza.
Sin embargo, este interés y entusiasmo decae y el examen revela que el medio ha tenido
un mínimo impacto sobre las prácticas.
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